Año 1968, los miembros de la Sección de Gloria del Consejo, reunidos en el domicilio particular del cofrade Eduardo Gómez Herrera, se afanan en consolidar un conjunto de actos que pudieran servir como cauce para una revitalización de las corporaciones letíficas, a la vez que configuraran la acción conjunta de las mismas dentro del Consejo.
En ese momento surge la idea de organizar un Pregón de las Glorias de María que con sus características propias actuara como elemento aglutinador de las hermandades y abriera los actos del mes de mayo en la ciudad. El lugar que se estima idóneo para celebrarlo, la Iglesia del Salvador, ante cuyo retablo y con la Virgen de las Aguas presidiendo debería quedar configurado esta primera época del Pregón de las Glorias.
La siguiente pregunta se abría inmediatamente ante los ilusionados consejeros que eran conscientes de la trascendencia futura de este Pregón; ¿quién podría ser el primer pregonero de las Glorias? Se trataba de un acto diferenciado del de Semana Santa, por lo que las pautas marcadas hasta entonces para el mismo no servían. Habría de ser un hombre conocedor de las hermandades de gloria y además con agilidad de palabra y... lo más importante, de suficiente confianza como para que aceptara el reto de ser el iniciador de este nuevo acto en el protocolo de la ciudad.
En estas dudas estaban cuando el timbre de la casa de la calle Álvarez Quintero comienza a sonar; los presentes advierten que quien llama no puede ser más que el cofrade José Luis de la Rosa Domínguez que había avisado que se incorporaría a la reunión una vez comenzada. Es entonces cuando se toma la determinación de que sea este último el encargado de pronunciar el I Pregón de las Glorias de María en la Parroquia del Salvador.
Son jóvenes cofrades de reconocido prestigio quienes en estos primeros años alcanzan el atril de un acto que, año tras año, consigue consolidarse como el segundo pregón de la ciudad tras el de Semana Santa, creado apenas una década antes.
A lo largo de este casi medio siglo el Pregón de las Glorias ha cambiado de lugar de celebración para intentar adaptarse mejor a las necesidades de las hermandades y a las del propio Consejo.
Con la presidencia de D. José Sánchez Dubé, se estima conveniente hacer más partícipes a las hermandades de la organización del Pregón. Merced a esta idea el Pregón se hace itinerante celebrándose en distintos templos y en la propia sede del Consejo. En esta época los pregoneros provienen en su mayor parte de las filas de la juventud cofrade.
Volvería al escenario de la Parroquia del Salvador años más tarde para cambiar al Teatro Lope de Vega en el mandato de D. Luis Rodríguez-Caso Dosal, momento en el que también se sustituye el criterio de elección de oradores, recayendo la responsabilidad en estos años en cofrades con una amplia experiencia en los atriles.
A partir del año 1993 será el Patio de los Naranjos de la Catedral el lugar designado para la celebración del Pregón, volviendo a presidirlo una imagen de la Santísima Virgen en su paso procesional, y ya en 1997 se instala definitivamente en el interior del templo metropolitano.
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